Alejandro III El Magno. Parte 3: La destrucción de Tiro

Tetradracma de la cuidad fenicia de Arados(Siglo II a siglo I a.C). En el anverso aparece la diosa Tyche, coronada con muros. En el reverso la diosa Niké(Victoria para los romanos) aparece rodeada por una guirnalda. Las ciudades fenicias estaban fuertemente amuralladas.

Después de haber sometido a los Persas, el siguiente objetivo de Alejandro Magno era Egipto. Se dirigió de Perea a Fenicia y todos los gobernantes se rindieron a su paso. Ciudades como Arados, Biblos y Sidón le recibieron con los brazos abiertos, así que es más que probable que sus reyes hubiesen recibido informes de las aventuras de Alejandro por Oriente Medio. También había que tener en cuenta que Alejandro no era un rey cruel y sus vasallos gozaban de libertades y tranquilidad.

El error de Tiro

Al acercarse a la cuidad insular de Tiro, Alejandro fue bien recibido. La costumbre que Alejandro tenía de ofrecer sacrificios en el templo de las deidades locales de las ciudades que iba visitando no fue bien recibida por los tirios. Alejandro quería ofrecer sacrificios en el templo de Melkart, patrón de Tiro, al que relacionaba con Heracles o Hércules, una de sus deidades personales. Alejandro consideraba a Hercules su antepasado y, de hecho, solía representarse en las monedas luciendo una piel de león sobre su cabeza al igual que esta deidad.

Moneda de dos dracmas de Tiro(360-323 a.C) Anverso, Lechuza sosteniendo una tiara. En el reverso aparece el dios Melkart a lomos de un Hipocampo, una criatura mitad caballo mitad pez.

Justo en ese momento los Tirios estaban celebrando un festival en honor a Melkart y el gesto de Alejandro fue tomado como una ofensa, ya que la ofrenda de sacrificios estaba reservada a los reyes. Así que le dijeron que podía ofrecer todos los sacrificios que quisiese en la cuidad vieja, pero que no iba a participar en las fiestas del santuario de Melkart en la isla de Tiro. Esto enfureció al obstinado Alejandro, y lo consideró un despreciable insulto, así que él y sus hombres determinaron que Tiro debía de ser destruida. Incluso esa noche, Alejandro soñó que Hercules lo acompañaba hasta Tiro.

El holocausto

Tetradracma de Tiro a nombre de Alejandro I Balas(150 - 145 a.C)

La toma de Tiro no fue una empresa particularmente fácil. El asedio, que estuvo lleno de penurias duró siete meses. Tiro era una isla separada del continente por un estrecho de 800 metros, además la cuidad estaba protegida por unos formidables muros de 45 metros y por una gran flota de barcos de guerra con marineros muy experimentados.

Para solventarlo Alejandro construyó un puente con piedras y escombros hasta la isla. Para ello uso a la gente de las poblaciones vecinas, pero tanto sus hombres, y hasta incluso él mismo les ayudaron en la construcción, aun a expensas del acoso de los trirremes tirios que trataban de impedir la finalización de la obra. Estos barcos de guerra eran repelidos por las catapultas del ejercito de Alejandro. La calzada a la isla de Tiro quedó terminada y Alejandro puso todo su ejército y toda su rabia contra la cuidad, el resultado fue que de una población de 40.000 personas, 8000 murieron en la contienda y el resto fueron vendidos como esclavos. 2000 personas fueron crucificadas como castigo ejemplar a la vista de todos. Ahora Alejandro ofreció los sacrificios a Melkart y celebró su propio festival.

Tiro se había quedado vacía, así que Alejandro tomó habitantes peninsulares para repoblarla no sin antes situar allí también una guarnición militar a las ordenes de un comandante macedonio. Ahora Alejandro se preparaba para su próximo objetivo: Egipto.

Vista de satélite de la actual Tiro. Con el paso de los siglos la acumulación de sedimentos han convertido el puente creado por Alejandro Magno en  un istmo.(Imágen de Google Maps)